
Pero además, la película, protagonizada por Carmen Maura de 10, indaga, como siempre o casi siempre, ciertos rasgos dela constitución femenina que, sin en otras películas se hace muy psiocanalista y en algún punto machista, en tanto define casi tajantemente qué es ser mujer, y la mujer es casi un payaso (siempre con buenas intenciones, claro, pero eso no es excusa) en este film la indagación es de orden más bien sociológico y no hay una búsqueda de qué es ser una mujer sino de qué hizo la sociedad (ergo el orden patriarcal, ergo el hombre) de ella.
La respuesta, en un final perfecto. A su marido lo mató, aunque accidentalemente, a su hijo menor lo vendió a un dentista pederasta para comprase una plancha para el pelo, el lagarto mascota fue asesinado por un policía y su hijo mayor acaba de irse con su abuela(la suegra de ella) al pueblo natal de esta última. La casa está sola. Por fin, ella ya no es esposa, ni madre ni ama de casa. Se va a tirar por el balcon.

La mujer se define, en Que he hecho ya para merecer esto por negatividad. Ser mujer es ser madre, nuera (ni siquiera hija, que es algo demasiado propio), ama de casa, sirvienta en casas ajenas, esposa (si maramos a los otros personajes agregamos:o puta o mala madre soltera).

Almodóvar expone la imposibilidad de la mujer de constituir como tal, es una pura determinación externa.
Con este film, Almodóvar demostró a todos que acababa de convertirse en todo un artesano tras la cámara. Su dirección de actores deslumbraba, al igual que su manera de filmar. Su guión era más compacto que en sus tres películas anteriores y atinaba al máximo a la hora de mezclar la comedia con el melodrama.
Aparcando un tanto a toda esa peculiar fauna distorsionada que poblaba su filmografía hasta ese momento, no renunció, sin embargo, a caricaturizar en extremo (y con cierta gracia, por su desmelene) a personajes mecho más cercanos y estándares. O sea, a aquellos vecinos con los que todos nos podemos cruzar al ir a buscar el pan o comprar bobinas.

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