domingo, 11 de mayo de 2008

SPEED RACER. Posee Una Estética Propia, Que Sin Duda Marcará Una Época.

"Speed Racer" es la adaptación con personajes reales de la serie animada Macht Go Go. al venderse los derechos a TransLux para la versión en inglés, la serie paso a llamarse "Speed Racer". Despues de 52 episodios originales, llegaron nuevas secuelas como "Las nuevas aventuras de Meteoro"y "Speed Racer X". Aquí en españa se conocía como "Meteoro". El caso es que esta serie de los años 60 ha dado el salto a la grn pantalla gracias a los hermanos Andy y Larry Wachowski, los responsables de la trilogía MATRIX. Con esta película, los hermanos planean volver a revolucionar el cine de ciencia ficción al incorporar elementos del estilo de "Sin City" y "3OO". Antes de que los responsables de "Matix" decidieran llevar a cabo la adaptación, se habló de otros posibles direcotres para desarrollar el filme. Entre ellos se encontraban Julien Temple, Gus Van Sant, Alfonso Cuaron y Hype Williams, aunque finalmente, la responsabilidad ha caído sobre los Wachowski. El actor Emile Hirsch "La vecina de al lado", fue el primer seleccionado para participar de esta súper producción realizando el papel protagonista de la versión cinematográfica de la serie. Más tarde se supo que los hermanos Wachowski habían fichado a Jhon Goodman y Susan Sarandon como los padres de Seed en el reparto. En el mes de abril de 2007 se dio a conocer que Christina Ricci habia sido elegida para que acompañe a Emile Hirsch en el papel de Trixie, la leal y valiente novia de Speed.
También les acompaña el televisivo Matthew Fox. Aquellos amantes del anterior trabajo de los directores no encontrarán en este nuevo filme algo semejante al gran trabajo conseguido en "Matrix". "Speed Racer" funciona como estallido visual y como una película para toda la familia con moraleja incluida. Un filme correcto, visualmente espectacular que ilusionará a los más pequeños de la casa, aunque los fans de Matrix se queden con ganas de más. Lo peor: el hermano menor de Speed Racer.
Es innegable que con la primigenia Matrix, Andy y Larry Wachowscky revolucionaran comletamente el cine. Y no sólo al innovar en el aspecto visual u estético y dar un significativo avance a los efectos visuales, sino que aportaron un nuevo concepto y una nueva dimensión al cine.
Cinco años depués, y obviando V de Vendetta, los hermanos Wachowsky vuelven con Speed Racer, un nuevo film en el que llevan una vez más a la práctica su filosofía de anteponer el espectáculo a sobre todas las cosas, aún incluso sobre la historia que se pretende contar. En Speed Racer, la historia no es más que una mera excusa para ofrecer al público un derrohce de adrenalina y emoción, pero sin sentido alguno. Y es que si a una historia tan burda (ojo al personaje del odioso niño pequeño y su chimpacé), evidente y previsible se le une una concepción del cine que dicta que las secuencias de acción deben estar rodadas de tal manera que confundan, abrumen y mareen al espectador, el resultado no puede ser bueno. Y es que hay secuencias en las que uno se pierde y es incapaz de asimilar lo que está viendo por los continuos vaivenes de la cámara y la obsesiva búsqueda de los Wachowsky por los ángulos imposibles. Eso sí, hay que reconocerles a andy y Larry Wachowsky que han vuelto a dar en la diana, visualmente hablando, y es que Speed Racer posee una estética propia que sin duda marcará una época. Dotar a la película de ese aspecto psicodélico y retro al mismo tiempo que se emplean las más modernas técnicas y efectos visuales es digno de alabar.
Con Speed Racer, los hermanos Wachowsky se superan al ofrecer al espectador un nuevo delirio visual, una orgía de adrenalina y psicodelia tan vacía como cargante. Para todos aquellos a los que les guste ir al cine a ver un espectáculo visual y poco les importe algunos detalles tan poco relevantes como si hay detrás una trama o no, sin duda, Speed Racer es su película.
Los adultos necesitarán mucha paciencia para soportar las aventuras inocentes y trillandas del joven Speed Racer en pos del campeonato mundial de automovilismo en un tiempo y un espacio utópicos, con el apoyo inondicional de su familia y su novia Trixie, y la oposición feroz de un magnate para el que las carreras no constituyen más que otro negocio.
Historias de perseverancia ante la adversidad, de superación de traumas del pasado y de victorias en el último minuto ya se han visto miles de veces, tanto en el género deportivo como en el juvenil, o en las mezclas de ambos. A los Wachowsky no les importa reiterase en los mismos tópicos, y hacerlo desde una perspectiva tan naif que cualquiera con más de doce años llegará a sentir incomodidad.
Es estética del film, que como ya avisan los títulos de créditos iniciales responde a la de un calidoscopio, parece en congruencia con lo expuesto haber surgido dela caja de lápices de un chaval, y en su absolutimos pop y colorista llega a abrumar.
Se trata de un trabajo técnico de primer orden aunque, como sucede con otros blockbusters, nos preguntamos si de verdad merecía la pena gastarse ciento veinte millones de dólares cuando a los destinatarios naturales de la película se les escaparán el noventa por ciento de los guiños (a James Bond, Dick Tracy, Blade Runner, Cars y un largo etcétera), los homenajes formales a la serie original y otros enrevesados recursos empleados.
Es aquí donde empiezan a surgir las dudas sobre la pertiencia de la pelícual. ¿Resulta lógico circunscribir la propuesta a los más pequeños para luego sumirla en una complejidad narrativa como la de sus primeros minutos, en los que se alternan varios tiempos y puntos de vista sobre hechos de cierto dramatismo?. ¿Qué sentido tiene, más allá de seguir cimentando la actitud antisistema de los Wachowski, dejar que durante minutos el villano de Speed Racer se explaye a gusto, hasta el extenuación, sobre los chanchullos de la cultura corporativa?.
¿Es amortizable artísticamente volcerse en una estética que termina por ser en los momentos álgidos casi abstracta, poco más que luces y colores, cuando el sistema de produción y exhibición en que se inscribe la película inhidirá de verla precisamente a quienes mejor podrían apreciarla?. De estas irresolubles cuestiones, tan propias de la actual cultura de masas, se deduce la tragedia esencial de Spped Racer: demasiado tonta para adultos, demasiado sofisticada para los niños, demasiado pendiente del espectáculo como para ser entretenida, y demasiado convencional finalmente en su formas como para soslayar la decrepitud de lo que nos cuenta. No sabemos si la película fracasará o no en taquilla, pues quizás encuentre su nicho entre el target de menos edad, pero el sexto sentido nos transmite malas vibraciones.






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