domingo, 20 de abril de 2008

VAN HELSING. Nada De Terror, Todo Acción. Una Película Sólo Para Pasar Un Rato.

Protagonizada por Hugh Jackman, "Lobezno" de los "X-Men", que en este caso cambia totalmente de registro par interpretar un personaje atormentado por un pasado que no consigue recordar, y que acostumbra a resolver sus problemas con expeditivos y siempre violentos métodos. A diferencia de Lobezno, Van Helsing lleva sombrero, por lo cual suponemos que el bueno de Jackman ha debido pasar estos últimos meses trabajando tan importante matiz.
Las premisas de las que parte la película no dejan de tener cierta gracia. El tal Van Helsing es un superagente de una organización secreta interreligiosa con sede en Roma que se dedica a salvar a la humanidad de ser deovorada por el hombre del saco. Va equipado con todo tipo de gadgets de la más puntera tecnología de un siglo XIX fantástico y cuenta, además, con el eterno reproche de sus superiores, quienes no aprueban sus poco discretos métodos. Sin embargo, todos estos brochazos de humor paródico no legan a cuajr en un guión carante de vida que hace aguas por todas partes.
"Van Helsing" queda pronto reducido a una exihibición de efectos especiales, no en todfas las ocasiones excesivamente afortunados, en escenas que dejan una fuerte impresión de deja vú: todo eso ya lo hemos visto.
Desgraciadamente, ésta es la única sensación que trasmite. Hay tres o cuatro ocurrencias de lo que despectivamente se conoce como "fantasmadas" que, sin embargo, son lo único bueno de la película, Más bien, lo menos malo. Entre una y otra no pasa nada que echásemos de menos si nos ausentásemos para merendar, mientras los diálogos nos hacen echar de menos la época dorada del cine mudo.
Si bien es algo propio de esta película, sino un cliché muy extendido en el cine de vampiros, no me voy a quedar sin expresar mi extrañeza ante el hecho de que ninguna asociación de vampiros haya alzado la voz contra la hortera y patética imagen que dan sobre el aritócrata europeo vampiro. Todos ellos son capaces de hablar a la perfección el idioma de los forasteros que llegan a su pueblo perdido entre los Cárpatos, pero ninguno se deshace de su ridículo acento.
El Drácula de "Van Helsing" está caracterizado de tal manera que mientras los héroes se pasan toda la película investigando cual es el secreto que oculta el conde, el espectador lo primero que piensa es que no se trata de otra cosa que su inminente salida del armario.
Si hay algo que nos deja muy claro "Van Helsing" es que Stephen Sommers es un notble creador de prólogos, algo que ya habíamos comprobado en sus anteriores películas, "The Mummy" y "The Mummy returns". En apenas unos minutos el director consigue captar el interes del espectador, que se pregunta qué posibles conexiones habrá urdido éste para hacer que Drácula precise de la ayuda del padre de Frankenstein con el fin de desarrollar sus oscuros propósitos. Todo ello lo arropa, además, con un velo blanquinegro que nos retrotrae a la obra de James Whale, un acertado homenaje que representa a la perfección el espíritud de aquellas mñíticas producciones de la Universal que ahora se pretenden actualizar.
Sin embargo, todos los defectos de Sommers sale a relucir una vez transcurre este breve tramo de la cinta. Al igual que Rolan Emmerich, el responsable de "Van Helsing" no es un guionista talentoso, de ahí que la trama sea lo de menos y que los personajes se vuelvan demasiado esquemáticos. Lo importante, según parece, es mantener al público con la boca abierta durante toda la función, engatusarle con una sucesión de ágiles y vibtrantes escenas para que así no le dé tiempo a aburrise y salga del cine con la sensación de haber disfrutado de un típico espectáculo Hollywoodiense en el que el ritmo no decae en ningun momento.
Pura diversión que culmina con un climáx intenso, de esos que uno siempre espera encontrar en este tipo de productos y donde los protagonistas dividen sus caminos para que de este modo contemplemos variopintas secuencias de acción.

Mas, por desgracia, los diálogos son pedestres y el humos sumamente tosco y primario, y eso es algo que no puede pasar desapercibido, en especial cuando aparecen Igor Y Carl, este último interpretado por un David Wenham que habrá decidio divertise un poco tras su complicado papel en las dos últimas peliculas de trilogía de ·El señor de los anillos".
Pero lo peor es que el Drácula de Sommers es uno de los peores de la historia del cine, demasiado histriónico y carente de carisma, algo a lo que no ayuda la interpretación de Richard Roxburgh, quien probablemente no era el actor adecuado para tan importante rol (al menos se prescinde del mito de la transformación en murciélago del Conde, convirtiendolo aquí en una bestia mucho mas abominable). Sus ademanes y las intrascendentes frases que brotan de su boca no ayudan a que sintamos la perfidia de este mítico vampiro.
Respecto a sus Novias, son unmero adorno que no cesan de revolotear por la pantalla durante todo el filme. Dudo mucho que Elena Anaya saque algún provecho de su participación en "Van Helsing", ya que la mayor parte del tiempo la compostura de su esbelta figura da paso, gracias a los avances de la técnica, a una horripilante criatura alada.
Quienes cumplen con su cometido son Hugh Jackman y Kate Beckinsale, una pareja perfecta que irradia una gran fuerza, pues ambos ya han demostrado lo bien que se deselvuelven en el terreno de la acción. En todo caso, es Frankestein el personaje por el que el público sentirá una mayor empatía, ya que no se nos lo dibuja como un ser execrable, sino como un individuo que es consciente de su origen y vive atormentado por ello.
Al encontranos ante un gran espectáculo, no faltan los fastuosos decorados, sin duda lo mejor de Van Helsing, junto al maquillaje y al vestuario; si bien se revelan eficaces, los efectos viosuales no terminan de resultar convincentes, camuflandose sus defectos gracias a la oscuridad de la fotografía.
Tanta aparatosidad es una buena muestra de que no no escontramos ante una cinta de terror, pues casi nada se insinúa, y ello a pesar de que el director se afane por construir unos cuantos sustos fáciles, como cuando alguno de los protagonistas camina entre la penumbra mientras sólo se escucha el inquieto runrún de los efectos sonoros.
Finalmente, la banda sonora de alna Silvestri recupera la grandilocuencia de "The Mummy Returns", empleandose para ello unos impactantes coros que ya se manifiestan en la propia introducción del filme. La música es casi siempre vibrante y orquestal, y buena prueba de ello es la secuencia en la que los protagosnistas huyen en un carrruaje tirado por veloces caballos.




EL AUDIO ESTÁ EN ESPAÑOL (LATINO)

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